Nos encontramos con una [1]pintura
mural egipcia, conocida como Cretenses llevando regalos de metal
y joyería (1504-1425 a.C.);
forma parte de la decoración mural de la tumba del noble Rekhmire (TT 100),
hipogeo que se encuentra en Tebas (Alto Egipto), concretamente en Sheik Abd
el-Qurna, conocido comúnmente como Valle
de los Nobles. Rekhmire desempeñó funciones como gobernador de Tebas y
visir durante la Dinastía XVIII (1550-1370 a.C.), con lo que podemos situar
dicha pintura dentro del periodo del Reino Nuevo (1550-1070 a.C.).
La pintura mural muestra una escena de vida cotidiana, retrata
una escena donde se presentan dos
figuras masculinas, en este caso, cretenses, llevando joyas y metales valiosos
como presente. El relieve muestra parte de un desfile de retribuciones de
pueblos extranjeros hacia el noble Rekhmire.
Por otra parte,
podemos observar de forma ardua unas inscripciones mediante jeroglíficos
(escritura propia de Egipto descifrada por Jean François Champollión en 1822
mediante la Piedra Rosetta) en la parte superior de las figuras humanas;
posiblemente describan la situación que se nos presenta.
Las pinturas murales egipcias realizadas en el interior
de las tumbas tenían como finalidad representar la vida que había llevado a cabo
el difunto, y lo que le esperaría en el Más Allá; el arte egipcio siempre
estuvo al servicio de la nobleza y altas esferas, con lo cual no es de extrañar
que la mayoría de relieves y pinturas murales más elaboradas se encuentren en
los hipogeos de aquellas personas más poderosas, en este caso, en la tumba del
noble Rekhmire; conocidos sus relieves por mostrar aspectos cotidianos de la
vida egipcia.
En el
Imperio Nuevo se produjo una evolución considerable por lo que respecta a las
pinturas murales dentro de las tumbas y la decoración de estas mismas; así
mismo, se perfecciona la concepción del cuerpo humano (no hay formas
geométricas en la representación del cuerpo), alejándose de la rigidez propia
del arte egipcio más arcaico y se dan formas más alargadas y con movimiento. Dichas
características las podemos observar en la pintura mural de Rekhmire, las
figuras masculinas son retratadas de forma estilizada y ciertamente rígidas no
obstante la pierna avanzada de ambos y los brazos sujetando determinados
objetos, realizan algún tipo de movimiento que alivia dicha severidad.
Podemos observar un nivel de técnica elevado a la hora de
utilizar los pigmentos, así pues, la pigmentación es muy colorida y variada
aportando a la pintura un gran realismo. En este caso, cabe destacar el
detallismo de la vestimenta de los personajes, delineando con gran perfección
para destacar los pliegues de los tejidos y, utilizando colores llamativos para
realzar los adornos de estos.
Las inscripciones
mediante jeroglíficos nos aportan dos aspectos muy esenciales del arte egipcio,
por una parte evidencian lo avanzada que fue esta cultura, con una escritura
propia y por otra, la estética de los jeroglíficos que proporcionan una gran
belleza artística; construyendo así una marca indiscutible del arte egipcio que
lo convierte en inimitable.
Finalmente destacar que el grado de conservación de las
pinturas y relieves dentro de los hipogeos (aislados de las agresiones
climatológicas) realizados durante el Imperio Nuevo, han facilitado el estudio
de la cultura Egipcia, proporcionando así conocimientos sobre su arte y su
historia.
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