dimarts, 3 de març del 2015

Lleona ferida




EL relieve que se nos muestra recibe el nombre de La leona herida (s. VII a.C.) y forma parte del conjunto de relieves que adornaban el Palacio de Asurbanipal III (situado en Nínive), último rey asirio, con lo que podemos afirmar que el relieve posee un estilo propio del arte figurativo asirio de finales del I milenio a.C.

El relieve puede ser considerado alto relieve, puesto que trabajando mediante incisión, se crea gran volumen de la figura hasta el punto de crear un pequeño juego de sombras en el muro en el que se encuentra esculpido. Realizado en piedra caliza, se nos muestra el cuerpo de una leona que herida por varias flechas que camina arrastrando sus patas traseras, mostrando un carácter heroico y de fuerza. Cabe destacar el minucioso trabajo de los artistas asirios a la hora de retratar con gran detallismo la complexión física del animal, destacando sus músculos y expresiones faciales.

Durante el periodo del imperio asirio, los relieves poseyeron una función propagandística, con la finalidad de promocionar el poder del rey asirio hacia su pueblo. Así podemos entender cómo el hecho de retratar una caza de leones pone de manifiesto el poder del monarca, el cual, matando a leones, uno de los animales considerados el más fuerte para los asirios, demuestra su gran poder sobre la naturaleza.
            El arte estuvo siempre al servicio del poder, así que no es de extrañar que las evidencias de arte que se nos muestran en la actualidad se encontraran en los palacios, como es el caso de nuestro relieve.

Para finalizar cabe destacar que los relieves del palacio de Asurbanipal III son los últimos relieves realizados durante el imperio Asirio y estos poseen unas características diferentes a los demás relieves conocidos hasta el momento; los relieves asirios del I milenio a.C. se caracterizan por ser vitales y llenos de naturalismos, aspectos que observamos plenamente en La leona herida. Por una parte, su expresión facial y corporal nos expresan movimiento y sentimientos, mientras que el detallismo a la hora de retratar la fisonomía del animal nos muestra un total realismo.

Cretenses portant regals de metall i joieria




Nos encontramos con una [1]pintura mural egipcia, conocida como Cretenses llevando regalos de metal y joyería (1504-1425 a.C.); forma parte de la decoración mural de la tumba del noble Rekhmire (TT 100), hipogeo que se encuentra en Tebas (Alto Egipto), concretamente en Sheik Abd el-Qurna, conocido comúnmente como Valle de los Nobles. Rekhmire desempeñó funciones como gobernador de Tebas y visir durante la Dinastía XVIII (1550-1370 a.C.), con lo que podemos situar dicha pintura dentro del periodo del Reino Nuevo (1550-1070 a.C.).

La pintura mural muestra una escena de vida cotidiana, retrata una escena donde se  presentan dos figuras masculinas, en este caso, cretenses, llevando joyas y metales valiosos como presente. El relieve muestra parte de un desfile de retribuciones de pueblos extranjeros hacia el noble Rekhmire.
Por otra parte, podemos observar de forma ardua unas inscripciones mediante jeroglíficos (escritura propia de Egipto descifrada por Jean François Champollión en 1822 mediante la Piedra Rosetta) en la parte superior de las figuras humanas; posiblemente describan la situación que se nos presenta.

Las pinturas murales egipcias realizadas en el interior de las tumbas tenían como finalidad  representar la vida que había llevado a cabo el difunto, y lo que le esperaría en el Más Allá; el arte egipcio siempre estuvo al servicio de la nobleza y altas esferas, con lo cual no es de extrañar que la mayoría de relieves y pinturas murales más elaboradas se encuentren en los hipogeos de aquellas personas más poderosas, en este caso, en la tumba del noble Rekhmire; conocidos sus relieves por mostrar aspectos cotidianos de la vida egipcia.
            En el Imperio Nuevo se produjo una evolución considerable por lo que respecta a las pinturas murales dentro de las tumbas y la decoración de estas mismas; así mismo, se perfecciona la concepción del cuerpo humano (no hay formas geométricas en la representación del cuerpo), alejándose de la rigidez propia del arte egipcio más arcaico y se dan formas más alargadas y con movimiento. Dichas características las podemos observar en la pintura mural de Rekhmire, las figuras masculinas son retratadas de forma estilizada y ciertamente rígidas no obstante la pierna avanzada de ambos y los brazos sujetando determinados objetos, realizan algún tipo de movimiento que alivia dicha severidad.

Podemos observar un nivel de técnica elevado a la hora de utilizar los pigmentos, así pues, la pigmentación es muy colorida y variada aportando a la pintura un gran realismo. En este caso, cabe destacar el detallismo de la vestimenta de los personajes, delineando con gran perfección para destacar los pliegues de los tejidos y, utilizando colores llamativos para realzar los adornos de estos.
Las inscripciones mediante jeroglíficos nos aportan dos aspectos muy esenciales del arte egipcio, por una parte evidencian lo avanzada que fue esta cultura, con una escritura propia y por otra, la estética de los jeroglíficos que proporcionan una gran belleza artística; construyendo así una marca indiscutible del arte egipcio que lo convierte en inimitable.

Finalmente destacar que el grado de conservación de las pinturas y relieves dentro de los hipogeos (aislados de las agresiones climatológicas) realizados durante el Imperio Nuevo, han facilitado el estudio de la cultura Egipcia, proporcionando así conocimientos sobre su arte y su historia.